Como ya os hemos contado en artículos anteriores de nuestro blog, todo aquel establecimiento en el cual se sirvan o vendan alimentos (ya bien sean para consumo in situ o no), debe tener la información de los alérgenos que contienen dichos alimentos disponible para poder facilitársela a cualquier consumidor que lo solicite.
Hasta aquí todo claro, pero una vez nos ponemos a ello, empiezan las pegas, los errores y hasta el rechazo a la normativa, viéndole únicamente los inconvenientes que se nos presentan. ¿No me crees? puedes leer el artículo “Declaración de alérgenos: ¿Tiene algún beneficio para mi establecimiento?” en el cual te lo contamos sin pelos en la lengua.
Lamentablemente esta percepción lleva a cometer errores garrafales, por no decir fatales. Aquí te contamos los más comunes, para que en el caso de que estés cometiendo alguno de ellos te pongas ya mismo, manos a la obra. ¿No sabes cómo? Llámanos, en Hazia podemos ayudarte, cada vez son más las empresas que se han sumado a utilizar nuestra aplicación haziapp para la gestión de alérgenos y ya trabajan con la confianza de saber que el trabajo está bien hecho.
ERROR Nº 1: No tenerla
¿Sabes cuántos establecimientos se conforman con poner un “cartelito” en el que indique que disponen de la información de alérgenos y realmente no la tienen? La excusa es, yo ya he puesto el cartel y si algún cliente tiene alguna alergia o intolerancia ya le digo yo qué puede comer y qué no.
¡Error! La legislación es muy clara en este aspecto, el cliente tiene que tener la información disponible antes de hacer el acto de la compra, por lo que debes tenerla recogida de alguna forma para poder comunicársela. Además, ¿estás seguro de que en ese “ya le digo yo qué puede comer y qué no” no estás cometiendo algún otro error? Sigue leyendo…
ERROR Nº 2: Fijarse sólo en los ingredientes elementales y dar por hecho sólo los alérgenos obvios
Este caso, es curioso donde los haya, ya que podríamos evitarlo con el simple hecho de leer la etiqueta de los alimentos. Que un queso contiene leche es más que evidente, pero ¿cuánta gente sabe que la mayoría de los quesos curados industriales contienen proteína de huevo? o ¿que una mayonesa industrial puede contener, además de huevo, soja y mostaza? Es, en esos ingredientes llamados “ocultos”, donde está el riesgo.
ERROR Nº 3: No tener en cuenta las trazas
¿Pero… por qué no? La gravedad de una reacción alérgica o intolerante no se debe a la cantidad de alimento que se ingiere, si no a la sensibilidad de cada persona a ese alimento en concreto. Hasta la traza más mínima puede desencadenar un shock anafiláctico. No lo olvides.
ERROR Nº 4: No tener en cuenta las contaminaciones cruzadas
Y de nuevo nos preguntamos, ¿pero… por qué no? La contaminación cruzada va más allá de lo estrictamente higiénico, también es aplicable a los alérgenos y causante, en muchas ocasiones, de las trazas que anteriormente hemos comentado.
ERROR Nº 5: No actualizarla
Si eres de los que se han rebanado los sesos he invertido tu tiempo y esfuerzo en realizar la declaración de alérgenos, ¡te felicitamos! Has conseguido dar un gran paso, pero no debes quedarte ahí ya que la carrera es larga. En la gran mayoría de las cocinas y obradores diariamente hay cambios en los platos y productos que elaboran: que si he añadido un ingrediente nuevo, que si he cambiado añadido a la salsa un poquito de harina para engordarla, que si he cambiado de marca porque me hacían una oferta… y otro millón de etcéteras. Ten en cuenta que la información que transmites tiene que ser veraz, por lo que todas estas modificaciones debes tenerlas en cuenta.